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Jefferson, el nuevo estado con el que quieren dividir California en dos

Es habitual escuchar decir que si California fuera un país independiente, se encontraría entre las primeras potencias económicas del planeta.

Es habitual escuchar decir que si California fuera un país independiente, se encontraría entre las primeras potencias económicas del planeta. El poderío de la economía californiana es evidente en ciudades como Los Ángeles o San Francisco, que cuentan con importantes centros financieros y tecnológicos. Pero la realidad es bien diferente en el norte del estado, una región rural que lleva décadas sumida en una profunda crisis debido a la desaparición de industrias tradicionales como las de la madera o la pesca. Esa disparidad en el reparto de la riqueza y la sensación enraizada entre algunos de que los núcleos urbanos en los que se concentra el poder político y económico no se preocupan de lo que sucede en el resto del territorio, han hecho que desde hace décadas exista un movimiento secesionista en varios de los condados norteños. Su idea es crear Jefferson, el estado de la unión número 51 con el que los separatistas creen podrían recuperar las riendas de su destino, cabalgando sobre la bonanza que traerían los recursos naturales que en la actualidad no pueden explotar debido a las numerosas regulaciones estatales y federales que se lo impiden. Pese a que desde mediados del siglo XIX han sido varios los intentos infructuosos -que han llevado a cabo junto con varios condados del sur de Oregón-, los partidarios de la separación no desisten. En los últimos tiempos el movimiento secesionista ha vuelto a tomar fuerza y desde hace meses una quincena de condados californianos debaten si deben dar su apoyo a la creación de Jefferson, que fue bautizado con ese nombre en 1941 en honor a Thomas Jefferson, tercer presidente de la historia de EE.UU. Partidarios de la secesión De momento, los representantes políticos de los condados de Glenn, Modoc, Siskiyou y Yuba ya han dado su visto bueno a la iniciativa. La semana pasada, los habitantes de otros dos condados -Del Norte y Tehama- votaron en referendo acerca de una hipotética independencia, ganando en el primero los unionistas y en el segundo los separatistas. Se espera que en los próximos meses una decena de condados más se pronuncien sobre este asunto. Aunque combinándolos todos, estos condados rebeldes representan una pequeña fracción (menos de un millón) de los más de 38 millones de habitantes que tiene California, su superficie supone cerca de un 25% del territorio del estado. ¿Y que tendría que suceder para que, llegado el momento, Jefferson pudiera convertirse en una realidad? Un milagro, a tenor de la opinión los analistas consultados por BBC Mundo. Para que el nuevo estado pudiera ver la luz, tanto la legislatura estatal de California como el Congreso de EE.UU. deberían dar su aprobación, algo que los expertos consideran altamente improbable. El último estado que consiguió la independencia fue Virginia Occidental en 1863 y desde entonces han sido varias las regiones en EE.UU. que han tratado de lograr la independencia sin éxito. Pese a todo, los analistas reconocen como legítimos los reclamos de los condados rebeldes que, debido a su baja densidad de población, cuentan con muy poca representación política en los órganos de gobierno de California, al tiempo que no pueden administrar su territorio como les gustaría debido a que en muchos casos se trata de terrenos bajo control del gobierno federal.

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