Freetown. La muerte del jeque Umar Khan, que había tratado a más de 100 pacientes, se produce después de la de docenas de trabajadores sanitarios locales y de la infección de dos médicos estadunidenses en la vecina Liberia, poniendo de relieve los peligros a los que se enfrenta el personal que intenta frenar la propagación de la enfermedad por África occidental. Se cree que el ébola ha matado a 672 personas en Guinea, Liberia y Sierra Leona desde el inicio del brote en febrero, según la Organización Mundial de la Salud. La enfermedad contagiosa, que no tiene cura conocida, tiene síntomas que incluyen vómitos, diarrea y hemorragias internas y externas. Khan, de 39 años de edad y aclamado como un “héroe nacional” por el Ministerio de Salud, fue trasladado a una sala de tratamiento dirigida por la ONG Médicos Sin Fronteras en el extremo norte de Sierra Leona. Falleció el martes por la tarde, menos de una semana después de que se anunciase su diagnóstico, y en el mismo día en que el presidente Ernest Bai Koroma tenía previsto visitar el centro de tratamiento en la localidad de Kailahun, al noreste del país. “Es una gran e irreparable pérdida para Sierra Leona ya que era el único especialista del país en fiebres hemorrágicas virales”, dijo jefe de los servicios médicos, Brima Kargbo. Sistemas de salud débiles están luchando para contener la enfermedad a pesar de la ayuda internacional que va desde médicos a equipamiento de seguridad.
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